La REMER de Burgos participa en un ejercicio del PENBU

Si la central nuclear de Santa María de Garoña sufriera un accidente y causara una emergencia nuclear, los ciudadanos serían conducidos mediante controles de carretera a una de las cuatro estaciones de clasificación y descontaminación (ECD) con que cuenta el Plan de Emergencia Nuclear de Burgos, PENBU, en función de la dirección del viento y otros factores de expansión de la radioactividad. Irían a Miranda de Ebro, Busto de Bureba, Briviesca o Medina de Pomar, donde ayer, cerca de un centenar de personas y profesionales pertenecientes a la Red Radio de Emergencia (REMER), Guardia Civil, Ejército, Policía Local, Cruz Roja, Consejo de Seguridad Nuclear, plantilla del Ayuntamiento medinés, Centro de Acción Social de la Diputación y Centro de Salud participaron en un ejercicio del Penbu que sirvió para poner en marcha todos los protocolos de funcionamiento de la ECD de Medina de Pomar, ubicada en el polideportivo municipal.

Se trataba, como explicó la subdelegada del Gobierno, Berta Tricio, de poner una vez en marcha una vez más los mecanismos de formación de todas las personas que tendrían que actuar en caso de emergencia. Se trataba de «practicar lo que cada uno debería de hacer» y que en este caso, muchos no habían vuelto a poner en práctica desde el simulacro del año 2000, en que se activó la ECD. En cuestión de minutos, el polideportivo cambió de aspecto y comenzaron a abrirse puertas que el usuario cotidiano nunca traspasa, como la de una pequeña consulta médica o la de la sala donde se guardan las pastillas de yoduro, los dosímetros de radioactividad o los equipos necesarios en caso de emergencia.

El Centro de Coordinación de Emergencias Provincial de la Subdelegación del Gobierno en Burgos (CECOP) dio a las once y media de la mañana la orden de que se pusiera en marcha el Centro de Coordinación de Emergencias Municipal (CECOPAL), situado en el Ayuntamiento. Allí se encontraba la primera teniente de alcalde y delegada de Protección Civil, Mónica Pérez, que contó con el apoyo de los técnicos de la Red Radio de Emergencia, especializados en telecomunicaciones.

La emisora de radio comenzó a escupir mensajes que llegaban desde la unidad móvil de radio habilitada por primera vez en el Alto Tero, ubicado en Poza de la Sal a 1.100 metros de altitud. Desde este punto estratégico, la unidad móvil de radio recibía mensajes de Medina y los enviaba a Burgos y viceversa, al contrario que en otras ocasiones que se había utilizado un repetidor ubicado en el Valle de Tobalina para llevar a cabo las comunicaciones por radio.

A las 12.10 minutos llegó por fax la orden de activar la ECD y Pérez Serna llamó de inmediato a los tres responsables locales, el jefe del personal municipal, Alberto Céspedes, el coordinador del Centro de Salud, Manuel Ruiz, y el jefe de la Policía Local, Miguel Ángel López, todos ellos implicados en la puesta en funcionamiento de todos los protocolos. La orden salió del CECOPAL a las 12.20 horas. En apenas veinte minutos, el polideportivo municipal se había llenado de actuantes del PENBU inmersos ya en el ejercicio.

Formaban parte de tres grupos, el de seguridad con el teniente coronel de la Guardia Civil, Miguel Salom, al mando, el sanitario dirigido por el gerente del Área de Salud de Burgos, Teófilo Lozano, y el de control radiológico, responsabilidad del inspector del Consejo de Seguridad Nuclear Alfredo Mozas.

El suelo de la entrada del polideportivo se había plastificado para recibir a los posibles contaminados. Un psicólogo y personal del CEAS estaba preparado para atender a quienes pudieran llegar con crisis nerviosas u otros problemas psicosociales. Asimismo, se habilitó una zona de recepción, donde se tomaría nota de los datos de las personas y, en caso real de emergencia, se les proporcionaría un albergue en el área de Medina, «aunque la experiencia de Fukushima indica que se necesita cobijo por un tiempo muy pequeño, porque los afectados prefieren acudir a casas de amigos o familiares antes que a lugares públicos», como explicó el técnico superior de Protección Civil de la Subdelegación, Javier Basconcillos.

De ahí pasarían a manos del personal de control radiológico que mediría la posible contaminación radioactiva y se tendrían que duchar en caso de estar contaminados. Este extremo también es poco probable según los expertos. «Podrían traer agua con radioyodos disueltos, si hubiera llovido o, en el peor de los casos, partículas sueltas, que casi siempre se quedan en la ropa», explicaron. Si se hubieran impregnado en la piel, la ducha sería suficiente para eliminarlos. El agua de las duchas iría al circuito cerrado del saneamiento del polideportivo y con cisternas se transportaría para no contaminar la red ni los ríos.

En la jornada de ayer, ningún voluntario se dio una ducha, ni la población civil participó, porque se trataba de un ejercicio encaminado a la formación. Concluyó por completo hacia las seis de la tarde, cuando los responsables de los equipos concluían el llamado ejercicio crítico, donde pusieron en común los fallos detectados.

Fuente: Diario de Burgos Digital.

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