Un temblor espacial es una violenta sacudida que se produce en el campo magnético terrestre. Sus efectos se sienten con más fuerza en órbita, pero también sobre la superficie de nuestro planeta. Cuando se producen, los terremotos espaciales sacuden los campos magnéticos que rodean la Tierra de la misma forma en que un terremoto sacude el suelo que pisamos. Sus efectos pueden ser medidos desde el suelo, y llegar a colapsar redes eléctricas y de telecomunicaciones.
«Reverberaciones magnéticas ya han sido detectadas en muchas ocasiones por estaciones con base en tierra alrededor de todo el globo terráqueo, de la misma forma en que los detectores sísmicos miden la intensidad de los terremotos», explica Vassilis Angelopoulos, investigador principal de la constelación de satélites Themis, que desde febrero de 2007 estudia la magnetosfera terrestre.
La analogía, según Eugeny Panov, del Instituto de Investigación Espacial de Austria y autor principal de un estudio recién publicado en Geophysical Research Letters, es muy adecuada, ya que «la energía total de un temblor espacial es comparable a la de un terremoto de magnitud 5 ó 6». Ya en el año 2007, la red Themis (que consta de cinco satélites) descubrió la existencia de fenómenos que hoy se consideran como precursores de un temblor espacial.
La acción empieza en la cola del campo magnético de la Tierra (ver vídeo), que se estira como una manga de viento bajo la acción de los continuos vientos solares. En ocasiones, la cola se estira tanto que rebota violentamente, tal y como lo haría una goma que estiráramos y después soltáramos de repente. Cuando eso sucede, el plasma solar atrapado en la cola es lanzado hacia la Tierra. Y en más de una ocasión los cinco satélites Themis estaban «en la línea de fuego» justo en el momento de producirse estos súbitos bombardeos de plasma.
De forma incuestionable, los chorros de plasma se dirigen directamente hacia la Tierra pero ¿qué es lo que ocurre exactamente a partir de ese momento? «Ahora lo sabemos» afirma David Sibeck, investigador del proyecto Themis en el centro espacial Goddard, de la NASA. «Los chorros de plasma provocan temblores espaciales».
Según los datos recogidos por los cinco satélites, los chorros de plasma provocados por estos violentos «latigazos» se estrellan contra el campo magnético terrestre a unos 30.000 km de altura sobre el Ecuador. El impacto genera una serie de «rebotes», durante los cuales el plasma salta arriba y abajo en el interior del oscilante campo magnético. Se trata de algo parecido a lo que hace una pelota de tenis botando en el suelo. El primer rebote es el mayor, seguido de botes cada vez menores hasta que toda la energía se disipa.
«Sospechábamos desde hace mucho que sucedía algo parecido -afirma Sibeck-. Pero observando todo el proceso in situ, Themis ha descubierto algo totalmente nuevo y sorprendente».
Ese «algo» son los «vórtices de plasma«, enormes remolinos de gas magnetizado, tan grandes como la propia Tierra y girando al borde mismo del «tembloroso» campo magnético. «Cuando los chorros de plasma golpean la magnetosfera desde el interior -explica Rumi Nakamura, uno de los coautores del estudio- se generan vórtices que giran en el sentido contrario, apareciendo y desapareciendo al otro lado del chorro de plasma. Y creemos que estos vórtices pueden generar importantes corrientes eléctricas en el entorno cercano de la Tierra«.
Así, actuando juntos, los vórtices y los temblores espaciales consiguen producir efectos medibles en nuestro planeta. Las colas de los vórtices pueden hacer de «túneles» que inyectan partículas de plasma en la atmósfera, dando lugar a auroras polares y generando ondas de ionización que interfieren las comunicaciones por radio y los sistemas GPS.
Tirando de la superficie de los campos magnéticos, los temblores espaciales generan, por su parte, corrientes eléctricas que llegan hasta el mismísimo suelo sobre el que caminamos. Estas corrientes pueden tener graves consecuencias, llegando en casos extremos a afectar a las redes eléctricas de amplias zonas del planeta. El vídeo sobre estas líneas es una simulación informática (realizada por Joachim Birn, del Laboratorio Nacional de Los Alamos, en Nuevo México) a partir de las mediciones de los satélites Themis.
El trabajo, sin embargo, dista mucho de estar terminado. «¿Cómo de fuerte puede ser un temblor espacial? -se pregunta Sibeck- ¿Cuántos vórtices pueden estar girando a la vez alrededor de la Tierra y cómo interactúan entre ellos?». Para conocer las respuestas, habrá que estar muy pendientes de los próximos datos que aporte Themis.



El Servicio de Emergencias de Radioaficionados de Holanda (
La calibración del Modelo de Flujo de Meteoritos (MSFC) de la NASA, a partir de observaciones ópticas y de radar de eventos pasados, particularmente de la lluvia de Dracónidas de 2005, sugiere que la tasa máxima será de varios cientos a la hora. Considerando la elevada densidad espacial del flujo de las Dracónidas, esto implica un flujo máximo de 5-10 Dracónidas por kilómetro cuadrado y hora (para un diámetro limitado a 1 mm), es decir, entre 25 y 50 veces mayor que el flujo normal esporádico de 0,2 meteoros por kilómetro cuadrado y hora para partículas de este tamaño.

El Equipo Rápido de Emergencias y Apoyo en Tecnologías de la Información y las Telecomunicaciones (Fast IT and Telecommunications Emergency and Support Team, FITTEST), es un grupo de especialistas técnicos pertenecientes a la División de Tecnologías de la Información del
El equipo FITTEST tiene sus base en Dubai (Emiratos Árabes Unidos), cuya ubicación geográfica facilita su despliegue de emergencia en cualquier parte del mundo.
En 1998, FITTEST se convirtió en una herramienta oficial del Programa Mundial de Alimentos para responder ante las emergencias. Con el establecimiento del
Operaciones humanitarias en Afganistán e Irak.
Trabajando conjuntamente con el Cluster de Telecomunicaciones de Emergencia (ETC, Emergency Telecommunications Cluster), incluyendo a Télécoms sans Frontières, Irish Aid y Ericsson Response, FITTEST contribuyó a restablecer la conectividad en Haití.
Alrededor de 13,5 millones de dólares sería el costo de implementar en Chile una red satelital de comunicaciones para el Estado, con la finalidad de enfrentar situaciones de catástrofe o emergencia, como el reciente terremoto que afectó la zona centro sur del país.
En segundo lugar está el modelo Iridium SC 4000, que es un teléfono satelital fijo, ideal para embarcaciones, pero que puede ser instalado y funcionar con normalidad en edificios u oficinas. Como está fabricado para ambientes marítimos, es resistente a todo tipo de climas y posee una gran robustez. Junto con permitir comunicaciones de voz, también posibilita transmisión de datos a velocidades que van desde los 2,4 kbps hacia arriba.



La conferencia EuREC-DL (European Radio Emergency Conference), que tendrá lugar en Groß-Gerau (Alemania) entre los días 24 y 26 de septiembre de 2010, es un evento conjunto de los proveedores institucionales de respuesta ante emergencias y el Servicio de Radioaficionados, cuyo objetivo es la consecución de una simbiosis que beneficie a ambas partes. Existen numerosos ejemplos sobre cómo el Servicio de Radioaficionados puede utilizar sus capacidades para apoyar a las redes de comunicaciones profesionales establecidas por las autoridades. El continuo despliegue de estas redes institucionales, incluyendo las más recientes de tecnología TETRA, puede a menudo beneficiarse del apoyo de otras redes menos complejas pero igualmente eficientes operadas por radioaficionados entrenados. Algo indispensable para esta colaboración es el conocimiento de los procedimientos y las necesidades de todos los actores involucrados.